miércoles, 13 de mayo de 2009

EL OLFATO DEL PERRO


El medio ambiente está constituido por una serie de elementos diversos con los que los animales se relacionan de la misma manera lo hacemos nosotros: a través de los cinco sentidos. De esta manera, aprenden las diferentes sustancias y experimentan las sensaciones contrapuestas de dolor - placer, calor - frío, dulce - amargo y tantas otras.

Pero por otro lado, la mayoría de las especies han sido dotadas con el desarrollo particular de algún sentido o con determinadas habilidades especiales. No es extraño que un lince pueda ver detalles que jamás percibiría un ser humano, o que un caballo pueda recorrer distancias infinitamente más largas que otros animales debido a sus características físicas. En el caso del perro, podemos asegurar que una de sus mejores maneras de relacionarse con el mundo exterior es el olfato.

Reconocer el mundo
Una de las principales características de todas las razas caninas es el hecho de estar dotadas de un especial sentido olfativo que, no sólo les sirve para relacionarse de manera particular con su mundo exterior, sino que también les permite percibir sensaciones que a nosotros nos resultan imposibles. Esto ha hecho que el can, cualquiera que sea su raza, se haya transformado en un excelente compañero de trabajo para el hombre en las actividades más diversas.

Es fácil advertir que lo primero que hace el perro cuando un desconocido entra a su casa es olfatearlo de arriba a abajo. También es habitual ver que los cachorros, especialmente los de razas más aptas para la caza, pasan largas horas olfateando los zócalos de su propia casa. ¿Cuál es la razón? Simplemente, están conociendo el lugar donde viven y están reconociendo, además, su propio sentido del olfato. De esta manera guardan olores diferentes que pertenecen al mundo en el que viven.


¿Cómo se utilizan los olores aprehendidos?
A la pregunta de por qué el olfato de los perros está más desarrollado que el del hombre, la respuesta, aunque no del todo sencilla, es lógica: la anatomía de su nariz favorece su desarrollado olfato. En primer lugar, las cavidades nasales tienen una orientación que permite ampliar el campo olfatorio.

Por otra parte, al ingresar en la nariz, el aire se separa en dos corrientes: la primera va hacia los pulmones, como ocurre con todos los mamíferos, pero existe también en los perros una segunda corriente que se dirige en forma directa a las células olfatorias, mediante las cuales el reconocimiento de los olores se fija en forma de imagen. De esta manera, cada uno de los olores es reconocido como signo de determinadas circunstancias, y cada vez que el animal vuelve a percibir un olor ya conocido, sabe exactamente a qué circunstancia corresponde.

El entrenamiento del olfato
Los perros de caza, sabuesos y de rastro detectan fácilmente los olores dejados por animales u otros individuos a lo largo de una pista. De la misma manera, los que han sido entrenados para la búsqueda de personas sepultadas bajo escombros o avalanchas de nieve, pueden detectar su presencia. Hay otros que, por su entrenamiento, les resultan más familiares diversas sustancias como explosivos o estupefacientes, detectando con facilidad y a grandes distancias la fuente odorante (elemento que produce el olor).

Pero a pesar de que su olfato está muy desarrollado por naturaleza, el entrenamiento permite que el perro pueda reconocer más fácilmente un determinado olor e incluso que su olfato se haga más sensible a él. Por otro lado, el adiestramiento permite aumentar el poder de discriminación de olores diferentes. De esta manera, un can experimentado puede incluso llegar a distinguir diferentes componentes odorantes (olores) en una misma pista.

Aunque la capacidad de distinguir o diferenciar olores es una cualidad innata, no debe olvidarse que, hasta no hace mucho tiempo, nuestro mejor amigo utilizaba su olfato para buscar alimento, su estimulación primordial. En este sentido, para incentivar al animal para que busque un determinado olor, es imprescindible asociar una motivación al olor descubierto, de manera que el perro pueda indicar su presencia.

El medio ambiente está constituido por una serie de elementos diversos con los que los animales se relacionan de la misma manera lo hacemos nosotros: a través de los cinco sentidos. De esta manera, aprenden las diferentes sustancias y experimentan las sensaciones contrapuestas de dolor - placer, calor - frío, dulce - amargo y tantas otras.

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